Feroz en calma desde que conocí el calor de tu cuerpo, mediador de mis perversiones.
Puedo refugiarme de mis gemidos al encontrarme en tus ojos y ya no tengo miedo de lo que mi mente consume.
Tengo un nido de besos tuyos en mi hombro derecho que me resguardan de lo despiadado de mi vida.
Traigo la serenidad de mi alma, que nace cada vez que muero arrodillada en tu boca.
Voy con todas las fantasías que inventamos en los tiempos de ausencias
y vuelvo con el recuerdo de los hechos.
Voy con la adicción a tu carne
y regreso con una sobredosis de ternura.
Regreso con ganas de volver,
vuelvo para una vez más renacer.
Foto: Adrian Saint.
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